No
podemos evadirnos de la presencia de los medios ni de sus representaciones.
Hemos terminado por depender de los impresos y electrónicos para nuestros
placeres e información, confort y seguridad. Nos interesa que hacen los medios
y que hacemos nosotros con ellos. Mi idea es que debemos estudiar los medios
porque son centrales en nuestra vida cotidiana. Estudiarlos como dimensiones
sociales y culturales y como dimensiones políticas y económicas del mundo
moderno. Esto implicará examinar los medios como un proceso, como algo que
actúa. Esto implica reconocer que el proceso es político o quizas políticamente
económico. El poder de las instituciones dominantes de los medios globales
tienen la capacidad de controlar la producción y distribución de medios y el debilitamiento
de los gobiernos nacionales que les impide controlar el flujo de palabras,
imágenes y datos dentro de las fronteras nacionales. Se trata de un rasgo
central de la cultura mediatica contemporánea.
Con
frecuencia, la investigación sobre los medios prefirió lo significativo, el
acontecimiento, la crisis. No obstante, la atención constante hacia lo
excepcional provoca inevitables lecturas erróneas. Los medios actúan más significativamente
en el ámbito mundano y es aquí, en lo que pasa por el sentido común donde
debemos fundar el estudio de los medios. Los medios nos dieron las palabras
para hablar e ideas para expresar, no como una fuerza que actúa contra nosotros
sino como parte de una realidad en la cual participamos y compartimos y que sostenemos diariamente por intercambio
de nuestras conversaciones e interacciones habituales. El sentido común, la experiencia, los medios
dependen de él, lo reproducen, apelan a él pero también lo explotan y lo
representan erróneamente. ¿Qué otras cualidades podríamos adjudicar a la
experiencia en el mundo contemporáneo y en el papel que los medios juegan
dentro de él? También el tiempo, pero el tiempo ya no es lo que era, los juegos
en la computadora son infinitos e internet es inmediata. Nos movemos entre espacios
privados y públicos, locales y globales. En ninguna de las cosas que hacemos
estamos sin nuestros medios, como objetos materiales o simbólicos. Los medios
de comunicación nos ofrecen estructuras cotidianas, puntos de referencia.
Si
estudiar los medios es estudiarlos en su contribución a la textura general de
la experiencia debemos decir que las experiencias son reales, aun las mediáticas.
La experiencia es modelada, es una cuestión de identidad y diferencia. Si
queremos estudiar los medios, es preciso que enfrentemos el papel del
inconsciente tanto en la constitución como en la impugnación de la experiencia,
porque propone un camino hacia los territorios ocultos de la mente y el
significado. La experiencia mediatizada y mediática, surge en la interfaz del
cuerpo y la psique. Se expresa, desde luego, en lo social y en los discursos,
la conversación y las historias de la vida cotidiana, donde lo social se
reproduce constantemente. Se ha sugerido que tanto la estructura como el
contenido de las narraciones mediáticas y las de nuestros discursos de todos
los días son interdependientes y que juntas nos permiten expresar y medir la
experiencia. Lo público y lo privado se entrelazan narrativamente. Por
consiguiente, en la medida en que los medios ocupan un lugar central en el
proceso de establecimiento de distinciones y juicios, y en la medida en que
mediatizan la dialéctica entre la clasificación que modela la experiencia y la
experiencia que colorea la clasificación, debemos indagar las consecuencias de
esa mediatización. Debemos estudiar los medios. *Resumen del texto hecho por mi