Y
no, claro que no es él, el mejor jugador de futbol del mundo el responsable de
que la Selección Argentina haya perdido la tercera final consecutiva en dos
años. No y tampoco se trata de señalar con el dedo acusador. Creo que no estamos preparados para tener a
profesionales del deporte más popular del planeta al nivel de “La Pulga” o
Mascherano, por citar a un genio más.
Pasa
que así somos: una baldosa floja en la vereda y es culpa del intendente, sube
el precio del pan y el hijo de puta es el presidente. Exitistas al mango, somos una población que puede criticar (no
constructivamente) más a un tipo de 28 años, que nadie se explica cómo hace
para ser TAN BUENO jugando a la pelota, que a cualquier otro. ¡Y si habrá gente para criticar, mamita
querida! Empezando por uno mismo, sin dudas. Hay poco espacio para la reflexión y jamás una autocrítica. Si hay
algo por lo que deberían darnos una Copa a la Argentina entera es por ser
campeones de echar culpas a otros. ¡Qué
país tan increíble, que país hermoso tenemos! A veces es para reírse antes
que llorar. Acá pasan cosas insólitas.
Para
no hacerla muy larga, quisiera decir que ojalá esto sirva para empezar a valorar más lo que tenemos.
Porque si algo lindo tiene nuestro fanatismo exacerbado por el futbol, es que a
veces pareciera que es la única manera en la que entendemos ciertas cosas,
cuando nos tocan una pasión multitudinaria como esta.
La pregunta es la de siempre: ¿hace falta que tenga que tomar una decisión drástica de renunciar así para ponerse las pilas, salir a bancarlo por las redes sociales, para valorar a un tipo que nos representa frente a los demás países como nadie hace?
Lo
triste es que pocos se pusieron a pensar que el domingo 26 de junio de 2016 o
el 13 de julio de 2014 (o aquel sábado 4 de julio de 2015) probablemente no
hubiésemos estado tan ilusionados, no hubiésemos tenido motivos para juntarnos
con amigos, hacer asados o, los que tuvieron más suerte, asistir a un evento
deportivo único de su Selección de Fútbol. Pareciera que así como naturalizamos y hasta reímos de una realidad terrible como
que las personas ensucien su propia ciudad, que la justicia tarde una
eternidad, que haya gente que pase hambre de verdad, que haya asesinatos, robos
y mucha falta de educación, también lo
hacemos con el fútbol y las finales. No alcanza siquiera con hacer un buen
papel en el torneo, con desarrollar un buen juego con una estrategia a largo
plazo. NO, HAY QUE GANAR COMO SEA. Con las demás locuras si somos conformistas:
“así nomas es”, “no se puede hacer nada”, “qué le vamo’ a hacer”. Si te robaron, agradecé que no te
lastimaron; si te robaron y te lastimaron, agradecé que no te violaron o
torturaron; si te robaron y maltrataron, agradecé que no te mataron.
República de locos.